Hubo un tiempo en que personas vestidas con plumas y taparrabo trataban de ejecutar alguna danza prehispánica como agradecimiento a los favores recibidos a la Virgen de Guadalupe. Hombres vestidos con máscara, túnica de colores vivos y sobrero de espejos —los chinelos— bailaban de a brinquito al ritmo de una banda tradicional para celebrar uno de los cultos más arraigados en México. Pero eso ha quedado atrás, al menos en la colonia Tlaxpana, a unos cinco kilómetros del Centro Histórico de la Ciudad de México. Hoy la imagen petrificada de la Guadalupana mira el nuevo tributo que le dan los habitantes del antiguo barrio de Santa Julia: el perreo.
Hace unos 80 años, un señor llamado Miguel Cortés, don Miguelito, sacó un cuadro de la Virgen de Guadalupe y lo colocó en un altar afuera de la vecindad donde vivía. Cuando llegó el 12 de diciembre, el día en que se festeja a la imagen religiosa, hizo una gran fiesta. Cerró la calle, un trío musicalizó el evento y repartió algo de comida y bebida para los vecinos que llegaron. Desde entonces los habitantes de la colonia Tlaxpana han colocado afuera y dentro de sus casas altares o más bien escenografías dedicadas a la aparición del cerro del Tepeyac.
“Si tú vas a San Juan de los Lagos, ¿qué imagen está? La Virgen de San Juan, ¿no? Vas a Chalma, el Cristo Negro; vas a Oaxaca, la Virgen de Juquila. Entonces aquí en la ciudad ¿cuál sería el santo?”, me platica Ramón Peñaflor, quien tiene afuera de la vecindad familiar donde vive uno de los altares más grandes.
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El altar de la familia Peñaflor o los eloteros, como también se les conoce por dedicarse al oficio de vender elotes hervidos y esquites por más de cuatro generaciones, fue el tercero construido en la colonia, en la calle de Quetzalcoatl, la más tranquila de este barrio rudo, dicen. Nadie sabe el número exacto de altares, pero los mismos habitantes de Tlaxpana calculan mas de 150, aunque, a decir de Ramón solo 20 son grandes y bien hechos.
La fiesta en Tlaxpana tiene tintes de pueblo. Hay juegos pirotécnicos, música, mucha comida, feria y danzas para la imagen. Y estas ultimas son muy particulares. Se danza con el sabor de la salsa y la cumbia de los sonidos del barrio. Se danza con la quebradita, como si fuera bailable de escuela. Se danza yendo y viniendo de un lado a otro de la feria que se instala en la calle Quetzalcoatl. Se danza con la cámara para tomar el mejor ángulo del hijo que participa en la coreografía. Y estos menores toman la calle y danzan con el ritmo del reggaetón frente a la imagen Guadalupana.
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Como si fuera coreografía escolar para festival del día de las madres, un grupo de adolescentes vestidos con short de mezclilla entallados y playera blanca mueven la cintura de un lado a otro, sacan y meten la cadera, también el pecho estirando los brazos hacia adelante y atrás. Bailan en línea, solos, como formación de tabla gimnástica de los años 40.
Es el turno de la siguiente danza. Un grupo de niños no mayores de 10 años se forman. Los varones visten pantalón de mezclilla skin, playera amplia y gorra. Las niñas un top que cubre el pecho aún no abultado y una minifalda, ambos con lentejuela brillante. Ellos también danzan el ritmo tabú de estos tiempos: el perreo. Comienza la música. Las manos a la cintura, flexionan la piernas, sale la cadera que va a la izquierda y a la derecha. Se agachan, saltan, sacan el pecho. Nunca se tocan.
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La Virgen mira la ofrenda. Parece que le agrada. Su sonrisa congelada y mirada complaciente la delatan. Es lo mejor que le puede ofrecer este barrio que es asediado por delincuentes que se dedican al robo con violencia, narcomenudeo y venta de alcohol en vía pública. “Es duro y complicado en materia de delincuencia”, manifestó Xóchitl Gálvez cuando fue delegada de Miguel Hidalgo.
Pero esta noche todo parece tranquilo. Hay familias en la calle a altas horas de la noche. Tal vez la fiesta a la Virgen se presta para una tregua. “Es una tradición que se hizo para juntar al mismo barrio”, me dice Ramón Peñaflor, que da un sorbo a su bebida de tequila con refresco de toronja para brindar por La Jefa.
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- Periodista, editor y productor de radio