“Es el teatro de la vida llevado al terreno de la fantasía y del heroísmo, donde hombres superdotados y mujeres poderosas se despojan de su identidad para convertirse en personajes fabulosos”, mencionó Eduardo Vázquez, Secretario de Cultura de la CDMX, durante la declaración de la Lucha Libre como Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México.
Una luz cenital alumbra el centro de la arena. El sonido de los espectadores ensordece el ambiente, mientras las cornetas y matracas generan el ritmo de los movimientos. Una voz presenta a los protagonistas del espectáculo: dos bandos con rivalidad eterna, dejando sin opción de objetividad ante el sonido de la campana que marca el inicio de las acrobacias, a tres caídas, sin límite de tiempo.
Es imposible pensar en México sin el arte de las luchas. Las cuales incluyen una gama de colores, texturas y formas en sus máscaras; deleite, fiesta y lenguaje en sus gradas; atletismo, teatralidad y acrobacias entre las cuerdas; ingenio, fantasía y maquillaje en sus luchadores. Por eso la lucha libre es cultura y ahora, oficialmente, es patrimonio en la Ciudad de México.
La ceremonia de declaración no estaría completa sin espectáculo. Un maratón de luchas, tres contra tres, a una caída, peleas constantes con personajes queridos por la sociedad mexicana e invitados de todos los estados. Un desfile de personajes, colores y movimientos que vale la pena recordar en imágenes.
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