Choko, una hembra cruza de dóberman de dos años de edad, caminaba por la calle cuando Natalia Ruiz la miró. Sangraba, tenía los huesos a flor de piel y los ojos hundidos. Cuando fue llevada al veterinario, se supo que tenía un tumor cancerígeno en la matriz que requería una extirpación inmediata y una dosis de quimioterapia. Desde su rescate ha estado sometida a cuatro quimios. La hipótesis del doctor es que la usaban para tener crías y como enfermó la echaron a la calle.
Después Natalia llevó a Choko a su casa para protegerla y resguardarla de malos tratos y enfermedades. Lo mismo hizo con Vaquito, una cruza de pitbull de 10 años que tenía un tumor en el pene causado por el sol. Pesaba 13 kilos y tenía heridas en gran parte de su cuerpo. Requirió electroquimioterapia para sanar. Al parecer fue usado como perro de pelea.
Desde hace un par de años Natalia Ruiz ha dedicado recursos y tiempo a rescatar perros que se encuentran en peligro de morir en la calle. El amor que Natalia le tiene a los animales surgió de pequeña, incentivada por su familia, que le enseñó a tener respeto por estos seres que sufren y pasan por condiciones infrahumanas cuando sus dueños los abandonan o ya no los quieren.
“Es respetable que a la gente no le gusten los animales, pero eso no debe ser motivo de maltrato. El respeto no debe ser sólo de humano a humano, sino también de nosotros hacia ellos, principalmente cuando tienen enfermedades graves o terminales”, dice Natalia mientras abre su bolso en el que hay un plástico con croquetas. “Siempre las cargo conmigo porque nunca se sabe cuándo un perro las puede necesitar. Hay perros que pasan días sin comer, beber agua, frío y vejaciones por parte de personas que no los quieren”.
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A través de Claudio Bigotes, su sitio en Facebook, Natalia difunde imágenes de animales en situación de calle que necesitan apoyo para que alguien más pueda adoptarlos y brindarles la protección que merecen. Por ello, el próximo 11 de julio llevará a cabo un concierto en el foro McCarthy’s Irish Pub de Patio Tlalpan, al sur de la Ciudad de México, con varias bandas de rock y blues para recaudar alimento destinado a perros de la calle.
“Estamos organizando un evento llamado Rock ‘n Blues Por Animales Angels MX. La finalidad es recolectar alimentos en especie, donación voluntaria y voluntarios que se comprometan como Animales Angels. Su compromiso será dar a los animales una ayuda en cinco fases: rescate, alimento, tratamiento médico, refugio y amor”, platica la chica.
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Un “regalo” abandonado
Natalia asegura que los perros generalmente son abandonados porque a la gente le gusta verlos cachorros. “Les dan ternura, pero conforme van creciendo les causan molestias por el cuidado, la inversión y el tiempo que demandan. Y cuando se enteran que están enfermos es todavía más difícil. Nadie se quiere responsabilizar de los gastos que implica curarlos o estabilizarlos”.
Ese fue el caso de Tita, de 10 años, rescatada cuando caminaba por Plaza Santín, en Toluca, Estado de México. Tenía problemas en la piel, una herida en la pata, un severo problema biliar y cataratas en los ojos. Lo mismo de Canelito, un perro criollo de 10 años de edad, que tenía el ojo izquierdo reventado. Y Shay, de tres años, que moría de frío.
Información dada a conocer por el Excélsior refiere que cerca de 500 mil perros y gatos son abandonados al año en México. Una parte de ellos son adquiridos como regalos de Navidad, Día de Reyes y de San Valentín, pero meses después los dueños pierden el interés en ello. De acuerdo con una entrevista que realizó el medio a Emmanuel Pedraza, director general de la asociación civil Defensoría Animal, “el abandono es muy notable en los meses posteriores a las festividades. A partir de marzo hasta julio que empiezan los cachorros a crecer, si es que sobreviven”. Asimismo refiere que “en México no existe un censo sobre mascotas o animales domésticos. Sin embargo, la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies (AMMVEPE) estima que hay alrededor de 28 millones”, de los que el 70 por ciento se encuentran en la calle, cifra que crece un 20 por ciento anual”.
La recompensa es el cariño
Para Natalia curar a un perro con cáncer puede ser muy costoso, pero la satisfacción de verlos recuperarse es un aliciente para continuar ayudándolos. A pesar de que ella cuenta con el apoyo de un veterinario que le cobra lo menos que puede por cada tratamiento, la inversión que hace para cada caso es muy fuerte. La quimio y los medicamentos para curar a Choko, por ejemplo, le costaron alrededor de nueve mil pesos porque el veterinario no cobró la pensión de un mes y medio que duró internada y en recuperación. Por la de Vaquito fueron diez mil. En los estudios de sangre de Tito, con todo y medicamento, invirtió cerca de tres mil. Lo mismo en el caso de Shay.
“Se me va el 40 por ciento de mis ingresos en ellos, pero no me pesa porque son animales muy agradecidos y nobles. El cariño que le guardan a quien los salvó es inmenso”.
El tiempo también es importante. “Para esterilizarlos y ponerles sus vacunas los llevo al antirrábico, en donde no cobran, pero es tanta la demanda que puedes pasar hasta cinco horas para llevar a cabo este proceso”, platica Natalia que recomienda buscar el Centro de Control Animal más cercano a la alcaldía y usar las redes sociales para promover la esterilización.
Poco respeto por animales
Natalia cuenta que en México existe una escasa cultura de respeto y cuidado a los animales. “Afortunadamente existen leyes que los protegen, pero los trámites para llevar a cabo una denuncia siguen siendo engorrosos. Hace poco, en la Ciudad de México, arrojaron de un estacionamiento a dos perros. La rescatista puso una demanda en contra del establecimiento y las autoridades no reaccionaron rápido ni bien. Llegamos a pensar que el dueño del estacionamiento sobornó a las autoridades para no proseguir ni darle cauce a la demanda. En Hidalgo, supimos de un caso en el cual tenían colgados a unos perros, se juntaron pruebas que pudieron haber hecho ir a prisión a los responsables, pero tampoco sucedió”, dice la chica
El artículo 24 Bis de la Ley de Protección para los Animales del Distrito Federal advierte que toda persona que ejecute conductas de crueldad, maltrato, daño o tortura en contra de un animal está obligada a la reparación del daño en los términos establecidos en el Código Civil y Código Penal, ambos para el Distrito Federal. Dicha reparación del daño, de ser el caso, incluirá la atención médica veterinaria, medicamentos, tratamientos o intervención quirúrgica.
Aunque lo mejor para Natalia sería constituir una Asociación Civil para rescatar a los animales, y no descarta hacerlo en algún momento, asegura que para ello tendría que acudir a un notario, redactar el acta con domicilio constituido, plantear los objetivos del la Asociación, llevarlo ante el Registro Público de la Propiedad y del Comercio, darse de alta en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y demostrar que se tiene el espacio. Sin embargo, su actividad como profesionista que trabaja en un corporativo no le permite darse el tiempo necesario para realizar este trámite. Lo único que le queda es hacerse cargo de los perritos que ya rescató e intentar hacer conciencia a través de distintos foros para sensibilizar el cuidado y donación de alimento, como el concierto de este 11 de julio.
Natalia asegura que no quiere nada para los animales que ella ha rescatado porque afortunadamente tiene los medios, espacio y recursos económicos para hacerse cargo, el evento y sus acciones intentan promover un recurso más para ayudar a otros animales. “Lo principal es que hagamos una cadena de ayuda para protegerlos y brindarles amor, mucho amor”.
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- Periodista y diseñadora gráfica. Me gusta pisar el suelo de mi asfalto, oler sus calles, levantar la cara, ver el cielo, descifrar el mensaje de los espectaculares, platicar con gente, conocer sus historias y contarlas. Pronto quiero publicar una novela.