- El origen del stand up están en los teatros de vodevil de Nueva York de principios del siglo XX. Pero fue en 1929, con la Gran Depresión económica de los Estados Unidos que el género cobró vida.
En un escenario pequeño un sujeto de sombrero negro habla de sus peripecias del día: del café que le cuesta casi su sueldo y que trae su nombre en mayusculas como valor agregado, del retén de policías que lo detiene en Michoacán porque va a ver a la familia o de las caricaturas noventeras que traumaron a más de uno. La gente ríe cuando lo escucha y lo interrumpe con aplausos. Se llama Alan Saldaña y pertenece a esa nueva generación de comediantes que han dejado atrás a los cuanta chistes como Polo Polo, El Costeño o Jorge Ortiz de Pinedo. Standuperos les llaman por su oficio: el stand up.
“El stand up es importante tanto en la vida de las personas como en el mercado. Hay cada vez más shows, más comediantes. La gente busca el stand up para distraerse”, platica el comediante.
Cuenta el historiador Joseph Boskin que los orígenes del stand up están en los teatros de vodevil de Nueva York de principios del siglo XX, con los presentadores de los números artístico. Pero fue en 1929, con la Gran Depresión económica de los Estados Unidos que el género cobró vida. Y muchos de los comediantes, de origen africano o judío, tal como hoy lo hacen los latinos, tenían los trabajos que nadie quería hacer, como lavar platos y baños. Por las noches narraban en algún sitio ante público sus vicisitudes. Era tanta su pobreza que no tenían dinero para comprar una silla para sentarse. De ahí deriva el nombre de este oficio: stand up.
Alan Saldaña comenzó en las banquetas de Monterrey en 2007. Sí, mientras la gente caminaba por la calle, Alan se armaba de valor para hablarle a un público incierto. Primero nadie hacía caso, algunos lo veían como si fuera un ser de otro planeta. Pero después el milagro sucedió, una persona se detuvo, sin importar los compromisos que pudieran haber estado en su agenda. De repente ya eran dos personas, tres, diez, cincuenta que estaban interesadas en escuchar lo que tenía que decir.
Así comenzó el viaje que hoy lo ha llevado a presentarse en diversos escenarios de México y el extranjero —de hecho, el proximo 20 de julio estará en el Cinema Coyoacán de la Ciudad de México—, a ser premiado como “Mejor Comediante del Año” por parte de la comunidad latina en Los Ángeles y posicionarse en la lista de los más vistos en Netflix. Ustedes van a decir, “Ay sí, ¿cómo se volvió famoso de la noche a la mañana, pues si nada más cuenta chistesitos?”. Lo cierto es que el stand up, implica estudio y dedicación por parte de quienes lo imparten.
El trabajo de Alan Saldaña no sólo es subirse a un escenario, sino escribir un guión, hacer un rebote de ideas con sus compañeros y lograr que todo tenga una secuencia para agradar al público; aún así siempre está presente el miedo a recibir un abucheo. “A veces traigo una idea y la voy desarrollando. A veces todo gira como un chiste y termina siendo una rutina”, comenta. “Escribo, a veces tallereo con compañeros, le mocho ideas, le voy dando forma, investigo sobre el tema”.
Alan terminó la licenciatura en Administración de Empresas gracias a los shows que daba los fines de semana. Lo lógico sería que al graduarse se enfocara en conseguir un trabajo relacionado con la carrera; pero no, el stand up lo jaló de tal manera que se convirtió en su vida. “Sí, es una forma de ganarse la vida, aunque muchos no lo crean”, afirma y después se ríe como siempre lo hace después de contar un chiste en sus shows.
No es fácil ser standupero, hay que tocar muchas puertas hasta que alguien decide darte una oportunidad. Y ahí comienzas, como telonero de los estelares. No importa, el chiste es tener 30 minutos para lanzarte al ruedo e ir practicando. Ya después el público dirá. Alan Saldaña tardó tres meses en lograr aparecer en la cartelera del local que le dio su primer chance, después de eso su compromiso con el público se formalizó aún más. Ya no eran personas que se detenían a escucharlo sino gente que añoraba estar frente a él para reírse un buen rato con los chistes que contaba.
Alan Saldaña es la muestra de qué hay que picar piedra para obtener lo que uno realmente quiere. Primero la calle, luego participar en un programa para nuevos comediantes, de ahí conseguir un espacio en Comedy Center y luego buscar a Netflix. El tipo fue a probar suerte y logró convencer con su show, de esta forma se convirtió en el primer regiomontano en pertenecer a esta plataforma con su rutina de stand up.
Esta profesión implica, cómo cualquier otra, subidas y bajadas; sobre todo, dedicación y amor por lo que se hace. Y a veces todo comienza parado en una banqueta.
Con información de Memo Bautista.
